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lunes, 28 de febrero de 2011

La voz del silencio

Su gran amor / Una excelente amiga / Fiel compañera / Sensual amante / El reflejo de sus ojos / Único norte / Sombra incansable de sus miedos / El objetivo de su mirada / La madre de sus hijos...

Todas sus referencias conocidas acababan de expirar cuando colgó el teléfono. El aire respirable desapareció dejando dentro de si un vacío de dolor.

El silencio tenía voz y estaba allí, había venido a visitarle. Se envolvió en una manta que olía a ella y bajó las persianas. Durante quince horas estuvo allí, solo, reunido con ella, viéndola por última vez. Una velada triste, con la inestimable compañía del mejor vino; sorbo a sorbo, recordó veinte intensos años.

Ella se fue, no sin antes, hacerle prometer su entereza como padre y dignidad como hombre.



1 comentario:

  1. Las grandes ausencias solo necesitan tiempo. Para dejar de ser ausentes y vivir en los recuerdos. Recuerdos tristes de momento, y que con el tiempo, llenaran de risas los espacios, ahora vacíos, que dejan los seres queridos.

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