Mi barco arribó en la orilla. La isla se llamaba eskup. Primero aparecieron las vocales, después todas las consonantes, más tarde los signos de puntuación, admiración y exclamación... Nunca las vi tan de cerca.
Pasado un tiempo, quemé mi barco, necesario para cerciorarme de que pareciese un naufragio.
Jamás he vuelto.
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