Secciones

viernes, 4 de marzo de 2011

Tigre doméstico

 
La mediocridad instalada en lunas sucesivas bajo el torpe caminar humano. Las distancias se prolongan confiriendo previsibles mis movimientos. Apostado en la rutina, tiento mi suerte sin reacción de cambio.
Busco sin descanso, un brillo que devuelva el origen encendido de mis ojos ,y con ellos un destino libre nunca extinguido.
El recuerdo felino me tortura con imágenes precisas, de tiempos mágicos bañados en decisiones espontáneas. Satisfechas en placeres ilimitados sin obsesiones de felicidad.
La transformación se ha hecho efectiva, tal y como imaginé en aquellos días que dejé que entraras en mi salvaje mundo y pusieras orden disfrazada de pasión. Ahora me despierto y te veo a mi lado, precio que he de pagar por habitar esta bonita jaula que sujeta mi esencia a un destino cualquiera.






8 comentarios:

  1. Pero nunca NUNCA pierdas el brillo de tus ojos, éste te conducirá siempre que lo necesites a las mayores fantasías sin ningún precio. Tu mirada vale oro.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias, amiga. Cuando unos ojos expresan tanto, hay que llevar cuidado lo que transmiten y yo no quiero pasar de ese brillo alegre, iluminado a esa otra versión intensa, pero oscura, de unos ojos tristes.

    ResponderEliminar
  3. Que fácil es "picar" en un cebo bien presentado y que difícil es escaparse de el. Que poco dura el brillo de la ilusión comparado con las lágrimas que se derramarán en un futuro sin hablar de la póstuma sequedad e inexpresión final.

    ResponderEliminar
  4. Mi rebeldía escribió esto. Tendré que enjaular yo mismo ese tigre que si bién me proporciona un placer inigualable, cuando se suelta sin avisar arrasa con todo lo que encuentra a su paso.

    ResponderEliminar
  5. Tigres o gusanos, cada uno de nosotros elegimos nuestra jaula para poder seguir viviendo en una paz relativa consigo mismo.
    Cada jaula cementa sus barrotes con la esencia misma de nuestra historia personal.
    Cada jaula existe esencialmente para protegernos de nuestros miedos más íntimos.
    Esos que no nos dejan dormir cuando uno se pone a pensar que quizas nos hayamos enterado vivo..

    ResponderEliminar
  6. Gracias por el comentario, anónim@. Creo que te has dejado llevar por la foto más que por el texto.
    El tigre silvestre es libre, es bello, es auténtico. Pero su bosque tiene los días contados y en su supervivencia ha perdido y ganado por igual. Con descendencia por medio, el conservadurísmo perdura en las decisiones. Es ley de vida.

    ResponderEliminar
  7. Confirmas, hasta que punto, cada uno legítima una infinidad de razones para seguir viviendo en su jaula de oro. Y que así sea…porque me parece evidente que el humano tiene que arreglárselas como puede con la vida y los medios que esta le concede o no.
    Cuanto a “la ley de vida”, claro está, que cada ser, se inventa la suya, por no decir: las suyas.
    Saludo de un anonimo.

    ResponderEliminar
  8. No sé si mi jaula es de oro. Más bién es una atadura moral que yo mismo me impongo, para no hacerme daño y especialmente para no herir a los demás. Es muy fácil ser libre, siempre y cuando no te importe nada ni nadie.

    ResponderEliminar