Secciones

lunes, 28 de marzo de 2011

Vergüenza

Inmediatamente palideció. Sus ojos fueron batiendo uno a uno todos los rostros que le miraban. comprobó su expresión, intentando apreciar cambios de rictus. Tenía que improvisar un manojo de palabras aptas para rebatir un secreto, fulminante para su autoestima. Su novia acababa de confesar lo inconfesable, en público y sin avisar.


5 comentarios:

  1. Este blog es acogedor. Explicas situaciones humanas con elegania. Si me permites me voy a hacer seguidora. (Si no tambien)

    ResponderEliminar
  2. Se puede enviar un comentario? o seguir el blog? es acogedor. tienes algo de grafologia...

    ResponderEliminar
  3. Gracias por los halagos. Creo que nadie te ha prohibido nada como puedes comprobar, Josefina Motis-Purroy (si te haces seguidora no es lógico que comentes como anónima, ¿o tal vez, si?... tu misma.
    La Grafología me gusta, he agregado una entrada que me ha parecido interesante como: "visitas interesantes".
    Saludos y gracias por la visita.

    ResponderEliminar
  4. ¡Menuda papeleta! Me recuerda mi época de estudiante cuando me pillaban copiando (aunque lo hacía muy bien) y sentía aflorar el sonrojo sin poder evitarlo. Miradas y risas solapadas me crucificaban como tranmposo o como mal copiador. En cualquier caso, un fracasado (para ellos).

    ResponderEliminar
  5. Es un mecanismo de autodefensa de nuestro cuerpo, -el rubor-, comprimiendo los capilares para facilitar la circulación de la sangre y darle más velocidad de tránsito a esta, ante una situación de peligro, ya sea ficticia o real. Es interesante controlarlo para no preavisar a los demás de nuestra indefensión a una situación.
    Muchas gracias por leer, Cormorán y por comentar, eres muy amable.

    ResponderEliminar