En la infinita espesura del bosque, sus sentidos le guían al ronroneo salvaje de una tigresa en celo. Abriendo paso entre sombras, persigue una melodía con reflejos de excitación.
Los ojos contienen el pálpito, al percibir compañía extra. Se detiene tensando sus músculos de fuego, al acecho, dobla sus articulaciones dominando una pose de leyenda, próxima a detener el tiempo. Sabedor de la decisión vital, escucha todo lo que necesita de su adversario. La próxima fracción de segundo, decidirá.
Me ha gustado mucho esta danza, 21. Fiera y sugerente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Sara. Me fascinan todos los felinos, de los que el tigre sobresale por su belleza y personalidad.
ResponderEliminarPerfectamente descrita esa salvaje situación. Parecida a cualquier bolsa económica donde todos tensos observan el subir y bajar de las acciones para en un momento dado lanzarse a la compra o venta de las mismas
ResponderEliminarPuede servir el ejemplo, Cormorán. La tensión necesita un suspiro para dejar de serlo.
ResponderEliminarMuy buenoooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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