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jueves, 21 de abril de 2011

Pesadillas

Se despertó empapado en un sudor frío. Había tenido pesadillas siniestras, pero como esta, jamás. Soñó que era asesinado en plena calle, lástima que no recordara las formas, lugares, caras...
Tomó café doble antes de salir, una anfetamina para coger ánimos, más un chispín de cognac para hacerle frente al frío.
Prácticamente arrastrándose por las paredes, huyó de miradas amenazantes, hasta conseguir llegar al centro comercial. Observó desde la planta primera todos los movimientos ajenos consiguiendo tranquilizarse un momento, hasta que alguien se acercó a pedirle hora y él saltó al vacío despavorido.




10 comentarios:

  1. El coñac y las amfetaminas son una combinacion muy peligrosa...
    Defines muy bien un estado.
    Las palabras no siempre expresan romanticismo.

    Hay otr@ anónom@ que comunicaba contigo.(yo sólo como arena).
    Encantada de conocerte, en foto , nombre y datos. Estamos tan acostumbrad@s a ir con corazas, que nos deshabituamos a lo normal,que es presentarnos, tal cual. Saludos.

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  2. Recuerdo este relato, Daniel, que me parece genial. Esa sutil diferencia entre sueño y realidad se disipa con los nervios, las anfetaminas, el alcohol y un leve contacto con el exterior.
    Un abrazo.

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  3. Sí, se lo he puesto fácil para que acabara mal. Es algo así como una advertencia a aquell@s que excusan sus comportamientos y no hacen nada para cambiar de hábitos y no luchan contra sus vicios y excesos.
    Gracias por tu lectura y comentario, Josefina. Saludos.

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  4. Cuando se entremezclan la realidad y la ficción, terminamos por no saber donde estamos y sus consecuencias son imprevisibles.
    Saludos, Sara. Gracias por tu visita. Un fuerte abrazo.

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  5. La complejidad del psiquismo humano se merece más sutilidad y matiz.
    El sufrimiento síquico es intrínseco al Ser. Sus síntomas son multitudes, son dialectos propios a cada persona, a cada peculiar historia.
    Cuentan lo cruel que puede ser la vida. Traducen la imposibilidad de volar libre y sereno.
    Los excesos son síntomas pero ante todo, son penas que no se pueden decir con palabras.
    “Los hábitos, los vicios y los excesos” hablan de la intimidad de nuestra historia para quien no juzga y no les teme.
    Espero que mi castellano algo “aproximativo” no haya hecho obstáculo a la comprensión de mi pensamiento.
    Saludos Daniel.

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  6. La sutilidad en este caso la pone el lector, Henriette. Tus palabras me dicen que el mensaje que he intentado transmitir, ha llegado hasta donde yo quería. La realidad e imaginación fabrican el resto de la historia. Tu comentario me ha gustado mucho, por la sinceridad del mismo.
    Saludos y gracias por leerme.

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  7. Yo solo comenté tu comentario : "una advertencia a aquell@s que excusan sus comportamientos y no hacen nada para cambiar de hábitos y no luchan contra sus vicios y excesos." que me parecio algo rigido.
    Une autre pensée dominicale..

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  8. No es fácil sin ayuda exterior. Todavía faltan años para que las enfermedades psíquicas esten calificadas como tales, al unísono de las físicas.
    Saludos, Henriette.

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  9. Ya son calificadas y desde años, si usted me permite añadir este pequeño detalle…
    Después de haber trabajado en siquiatría un cierto tiempo… y con mucha humildad, diría que nunca la enfermedad mental se podrá comparar con la enfermedad física aunque ambas estén estrechamente liadas. Al psique aun le queda por desvelar gran parte de su misterio y funcionamiento.
    El ser humano no es una maquina y no son “matemáticas” lo que se practica con las personas que sufren de tal manera.

    A bientôt.

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  10. A eso es lo que me refería... aunque sean enfermedades contrastadas, catalogadas y reales. La sociedad en general no trata igual a las personas con dolencias psíquicas como a las físicas. Es como si un dolor fuera menos al ser abstracto.

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