Eran días sumamente confusos. Todos sus valores y pautas anteriores se diluyeron como un reflejo. Los estímulos y demás herencias, volaron. Asustado, se declaró en rebeldía consigo mismo y en un acto de supervivencia se encomendó al único cabo que encontró disponible: el instinto.
Estoy de acuerdo en que, a veces, para acertar, hay que recurrir a ese "instinto" perdido de escuchar nuestro interior en búsqueda del "sentido común". Aunque quizá me excedo del concepto puro de "instinto", claro.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo Daniel.
Cuando se trata de sobrevivir y hemos perdido o no nos funciona el reflejo (como pauta hereditaria de comportamiento o estímulo automático central), hemos de confiar en el instinto como primera y última opción.
ResponderEliminarOtro abrazo para ti, Luis, y gracias por la visita.
El instinto es nuestyro último impulso, lo que nos recuerda que seguimos vivos.
ResponderEliminarEl último movimiento o pensamiento siempre será de instinto. Aquel que nos provee en ese interminable afán de sobrevivir.
ResponderEliminarSaludos, Cormorán.