Todos los ingredientes de una noche de verano, se juntaron para proveer a mis sentidos, de la forma y el fondo que cualquiera hubiera firmado: Unas almas cercanas, tanto, como para desinhibirme y mostrar todo lo que me une a la vida que he elegido. El mar, tan presente que es uno más de nosotros y se atreve a jugar con su compañera luna, en un baile que nos implica a todos. Hasta el azar me sonríe con un guiño al destapar un majestuoso poker de reyes. Todo, y cuando digo todo, -me dejo llevar por esa música que me impregna de hedonismo natural-, reúne las condiciones soñadas antes de la cita.
Mi chica desde la orilla me hace guiños, ya borrosa, para que me acerque a sus poros receptivos. Yo ya no estoy. Me quedé atrás o bien me fui, dando salida a mi otro ser que esperaba impaciente a que alterara químicamente mi cuerpo. El resto me lo contaron a la mañana siguiente.
El destino se escribe con decisiones, y a mi me sobró una de ellas para que la noche fuera perfecta.
Desde "yo ya no estoy", me lo imagino a mi manera. Pero el conjunto del texto suena bien...
ResponderEliminarUn abrazo
Quizás divagué demasiado para explicar las decisiones más torpes, pero se entiende...
ResponderEliminarGracias, Luis por la visita.
Saludos.