Entro en un estado letárgico, de una calma y paz sin igual, al que me abandono varado y desprotegido a tu suerte, a tu vida, que hoy hago mía. Respiro tu aire y veo a través de tus ojos. No sé donde me llevas pero me dejo arrastrar en una pausa interminable con vistas a espejismos que parecen casi reales.
Es una mañana de sol, mar y salitre que nos tiene atrapados en una magia olvidada por toneladas de obstáculos, inventados en ocupar esas horas que nos pertenecen y nos empeñamos en tirar.
Qué bien describes esos momentos de relax, donde por fin nos abandonamos.
ResponderEliminarMuy bellos siempre tus textos, Daniel. Un gusto leerte.
Sara Lew
Es un placer sentirlos, aunque también intentar transmitirlos.
ResponderEliminarEres muy amable, Sara. Me anima mucho que te gusten, ya lo sabes. Es todo un cumplido tu visita y comentario.
Un abrazo.
Sensación de tiempo perdido, esa mayoría de vida dedicada a lo estipulado, a lo escrito. El hallazgo de compartir la esencia propia con alguien sirve de estímulo para recuperar aquello por lo que tanto luchamos, la propia vida, la interior, la del pensamiento sin pensar, la del sentir dejándose llevar. Esos momentos por los que luchamos
ResponderEliminarExacto. El tiempo que le debemos a los demás está plenamente justificado en el disfrute y placer del tiempo que nos pertenece. Cuando llega ese momento no todos sabemos utilizarlo en toda su plenitud.
ResponderEliminarMuchas gracias por esas visitas tan personales, Cormorán.