Invirtió una paciencia infinita en buscar un motivo en el que asentar su idea de que estaba herido. En un lugar de su cabeza, ocultas, muertas de pena, arrinconadas, estaban todas las letras. Olvidadas entre ruidos y discusiones. Nadie las limpiaba y ponía bonitas para salir y expresar palabras, frases. Cada oportunidad perdida, era lastrarlas de suciedad, omitiéndoles la vida, para lo que habían sido creadas.
Localizada la herida, abrió los ojos, expresó una enorme sonrisa, haciéndose verbo.
Mejor darse una vuelta, antes que esperar a que te venga la inspiración. Pero lo entiendo cuando viene la idea, la pasas a un borrador, y más tarde quieres "redondear" la forma. Un abrazo
ResponderEliminarPodría adaptarse perfectamente a tu interpretación, Luis, aunque para ser sinceros este texto lo escribí en relatarium, precisamente cuando hubo un malentendido, el primero. Hubo unos días turbios y me sentí así, nadie escribía, y cuando lo hacían era para sembrar dudas y alterar el orden establecido. Días después todo volvió a su sitio y el verbo impuso su ley.
ResponderEliminarGracias por estar ahí.
Saludos.
Con las palabras intentamos expresar el sentir, nuestra vida. Las lanzamos a aquellos que nos importan, que nos hacen seguir vivos. Pero las palabras tienen diversos significados, y no siempre el deseado. Entonces la razón nos oculta esa verdad que quiso nacer ahogándola en el olvido. Solo con más palabras, con explicaciones profusas, se puede alcanzar y devolver a la vida a aquella que fue enterrada
ResponderEliminarMuchos de los conflictos históricos estan basados en la desdichada interpretación de unas palabras leídas o escuchadas. Tienes mucha razón, Cormorán.
ResponderEliminarMuchas gracias por la visita y el comentario.
Un abrazo.