Cada vez que comienzo siento una percepción equilibrada entre esperanza y derrota. Pasiones que engulle la experiencia sin acaso pedir disculpas. La voluntad, se erige como única arma en combatir la esclavitud a la que nos somete el tiempo. Nada se repite una sola vez. Pequeños matices, como una ilusión a la que asirnos cada noche, en la inmensa soledad de una compañía. En los instantes previos a zambullirnos en el subconsciente y la libertad de reencontrarse con todos nuestros sueños intactos.
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