Secciones

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Errores repetidos

Ya no sé donde esconderme. He viajado en el tiempo, huyendo de todas las horas vividas, enfrentándome a todos los miedos que decidieron por mi. La memoria me esclaviza hurgando en el presente y condenando el futuro.
Cada decisión equivocada me condena al germen de mis días y me regala interminables noches con sabor a derrota.
Hoy he vuelto a errar. El monstruo vino de frente, como siempre. Quise evitarlo con todas mis fuerzas, pero mi lado oscuro volvió a ser dueño y señor de lo que queda de mí, abrazándose a una orgía de excesos prescindibles. Yo solo aparezco al final, cuando hay que dar la cara y recomponer los restos de la velada.


7 comentarios:

  1. Al lado oscuro, también se le debe dar su oportunidad de cambiar y de perder potencia. Quizás abrirle las persianas de par en par que le llegue los rayos del sol.Lo esencial es hablarle, dialogar,intentar comprenderle a él también, aunque tenga rostro horroroso…

    Cuanto “inconsciente” estos últimos tiempos en sus escritos Monsieur.

    H.

    ResponderEliminar
  2. Si lleváramos un diario íntimo, probablemente casi todos los días podríamos escribir todos estas sensaciones. La lucha eterna contra las inercias, los miedos, los instintos. Caer y volver a levantarse, un día tras otro.
    Así que este texto intimista tiene un valor terapéutico, no sé si para ti, amigo Daniel, pero sí para tus lectores, que recordamos la arcilla, que no roca dura, de la que estamos hechos. Abrazo.

    ResponderEliminar
  3. La noche puede abrirse a una disección de sensaciones que uno pretende entender para clasificar y reconciliarse con uno mismo.
    Son momentos que pueden tener sabor a sortilegio y ser muy positivos.
    Nos recuerdan que , afortunadamente, somos seres humanos.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Me ha gustado, de veras. Esa forma tan profesional de hablarle a esos otros yo, que existen dentro de un solo ser. Es... reconocer nuestras debilidades.

    Sí, estoy introvertido de más. Y eso tampoco es bueno.

    Saludos, H.

    ResponderEliminar
  5. Perfectamente, Francisco. Son experiencias anónimas, caseras. De esas que un día te pasan a tí.
    Ya sabes que me gusta recordar esa otra parte de nosotros, aquella que alguna vez, fuímos. Y a veces vuelve sin avisar.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. También me gusta esa opción, Albada. Puede ser todo aquello que no tenemos controlado y quiere su propio espacio, sin avisos.
    Se aprende todos los días.

    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Los “errores”… ( definitivamente, no me gusta esta palabra) nos hablan de quien somos. Se repiten y volverán a repetirse al infinito hasta que se sientan escuchados de veras. Averiguar la razón de su existencia es permitirles que se alejen. Igual que para ciertos fantasmas.
    Al quedar sordo a lo que realmente intentan decir, uno se condena a seguir padeciendo de las dolorosas consecuencias. Esto es lo que un profesional podría responder.
    Yo te diría, desde lo que soy, que nunca se es demasiado introvertido. Me parece haber comprendido que la introversión es la única manera de conseguir un cierto equilibrio entre si y la historia personal que nos ha forjado.
    Pero solo somos humanos…

    Un saludo.
    H.

    ResponderEliminar