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martes, 13 de diciembre de 2011

Premeditación y alevosía

Hoy me siento poderoso. Ilimitado en mis múltiples hazañas. No es que te subestime... es simplemente que mi objetivo es nítido y contundente. En este frío improvisado, me manejo de una forma natural, avanzando irremisiblemente hacia ti. No intentes huir, ya lo he decidido. No es una situación límite, aún te quedan tres o cuatro jornadas que disfrutar antes de apagarte. Es una verdadera suerte haberte topado en tus últimos días con un tren como el mío. No te arrollaré súbitamente... antes dejaré que conozcas tus verdaderos límites en el placer, muriendo envuelta en los jadeos y risas de una noche inolvidable. Como una verdadera víctima que se precie.



2 comentarios:

  1. Amigo Daniel, estos relatos donde nos adentras en tu mundo subterráneo,
    irracional y clandestino (supongo), tienen el efecto de subvertirnos un poco a tus lectores, sacarnos de los raíles estables de la rutina y la previsión y sacudirnos con esa corriente llena de voltios que debe iluminar, u oscurecer, los recovecos más intrincados que todos tenemos
    allá abajo. Quiero más.
    Un abrazo.

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  2. Supones bien, Francisco. A veces me dejo llevar por ese submundo que nos rodea, de tal manera, que pareciese que lo he vivido... dejo el beneficio de la duda a los lectores.
    Es siempre especial recibir un comentario tan cercano, sincero y positivo como los que me dejas. Es un orgullo para mi, el que dediques tiempo a leerme y por ello eres siempre bienvenido. Intentaré defraudar no menos posible.

    Un abrazo.

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