Conforme el jardinero se acercaba amenazante con esas enormes tijeras, como poco, sintió miedo. Era época de ajustes en el jardín. Intentó huir, olvidando que sus raices habían penetrado profundamente en aquella tierra.
Ya no era aquella semilla viajando alborotada en el viento, ni esa flor que jugaba con las abejas fecundando todo su alrededor. El riego diario exigía la poda anual. Aunque esas grandes tijeras brillaban como el último crepúsculo que se cuela en una mañana de intensa luz.
:) Lo cierto es que para los árboles debe acojonar bastante la presencia del jardinero armado con la motosierra.
ResponderEliminarAlgo parecido nos pasa a los hombres. Libres de pequeños de la maldad de la responsabilidad y la economía, volamos y jugamos sin preocupación, pero en cuanto trabajamos, ganamos, compramos... nos enraizamos y encadenamos a la sociedad. Hacienda nos poda lo conseguido para mantener esa armonía social
Es el peaje del sistema que hemos creado. E intuyo que hay otros mundos, pero están en este.
ResponderEliminarGracias de nuevo por la visita y el comentario.
Saludos.