El pasado le visita continuamente, con una regularidad creciente. Último consuelo donde se agarra el presente en un mítico acto de supervivencia.
El trayecto es corto, solo lo que tarda en cruzar el pasillo, con un arco iris de pastillas, el tensiómetro y ungüentos para las llagas, fruto estas, del apoltronamiento en un lugar que tiempo atrás, fue la expresión animal de ambos, en el inevitable descenso que dibuja la salud, cuando esta viaja, desde las más bellas alturas hacia un terreno que me es imposible describir.
Ese lugar entre el cielo y el infierno, se llama piel abierta.
ResponderEliminarUn texto que te atrapa, para llevarte...a ese lugar, del otro lado de unas palabras y un tacto. Un abrazo.
Un abrazo enorme, Albada. Disfruta de las vacaciones..
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