Una regular secuencia de malentendidos se suceden sin parar en mi destino.
Cuando pienso que una tregua me haría disfrutar de un instante de paz, vuelvo a caer en el mismo error una y otra vez.
Los hilos que me unen con el mundo se quiebran uno tras otro, tambaleándome hasta dejarme inmóvil.
En el suelo, vencido, observo donde asirme.
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