Era un alma libre. Mantenía un armónico ritmo vital, mezclándose con el cosmos en un azaroso baile de metáforas, surgidas de diálogos místicos entre lunas y estrellas.
Un día descendió a la tierra buscando compañía y se quedó.
Años después, todas las noches, imploraba en la soledad del infinito, un motivo para no soltar el lastre que lo mantenía atado en movimiento. Fue a un bazar cualquiera y vendió toda esa carga, sintiéndose libre de nuevo.
Ha vuelto al cielo, pero nunca volverá a soñar entre estrellas.
Publicado el 13-01-2012 en la revista digital, "La Esfera Cultural"
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